sábado, 3 de abril de 2010

Vivir despacio

Hoy cuando me levanté, sentí el fresco que entraba por mi ventana, bajé las escaleras y me dispuse a proceder con mi rutina matutina, que prácticamente se reduce a ir al baño a lavarme la cara y los dientes, pasar por la cocina en búsqueda de mi actimel diario y hacer mis mates calentitos que bien me vinieron con este día. Prendí la computadora y empecé a recorrer mis redes sociales.

Primero Twitter, porque todas esas actualizaciones siempre se simplifican en cosas completamente aleatorias que mis amigos hacen: “Mira una foto de lo que estoy desayunando”, “A que no sabes dónde estoy?”, “Ya me levanté, buen día!”. Yo se que a muchos les parece demasiado frívolo saber que fulanito le puso mermelada de frutilla a sus tostadas, pero para mi, son esas pequeñas cosas las que nos hacen conocer más a las personas. Eso es lo que realmente somos, el día a día, la rutina, las mañas. En el fondo todos somos así de corrientes que es bueno saber que al otro también le gusta la mermelada en sus tostadas. Es lo que nos hace un poco igual a todos, cuando muchos intentan ser diferentes.
Facebook es un mundo un poco más complejo (mirando mas allá de las 500 notificaciones de que menganito y zultanito están jugando a los 1587 juegos que están de moda, los eventos a los que te invitan solo para llenar la lista de los que “asistirán”, o los grupos a los cuales te unís solo porque el titulo te parece gracioso pero poco de eso tiene el contenido). Mirando la página principal, noté que uno de mis contactos (esos contactos con los que no hablas nunca, pero lo conoces porque es el amigo de un amigo de un amigo tuyo, pero que todavía lo tenes en tu lista porque de vez en cuando tiene algo interesante que compartir) había subido un fragmento de texto que se llamaba Despacio:


“Despacio no quiere decir lento. Es más bien el límite entre lo rápido y lo lento. Un lugar donde puedes estar sin estar del todo. Donde puedes sentir las energías de los lugares. Y a los dioses que habitan en ellos. Despacio, la vista fija la atención en los matices, en lo que no se ve si no se mira, que es lo que más importa. Se puede, a la vez, escuchar, oler, sentir los cambios de temperatura o la caricia del viento. Despacio como el calor que proyecta el sol durante su movimiento, despacio.”


Me quedé unos cuantos minutos leyendo y releyendo la nota (este es solo un fragmento de la nota completa) y me puse a pensar en cuanto tiempo hacía que no vivía un momento así… despacio. Me acordé de todas esas tardes enteras con mis hoy, colegas, sentados en una mesa café de por medio, con los ojos fijos en la computadora pensando las maneras de describir esas sensaciones que queríamos hacer sentir en esos edificios que se estaban gestando entre ese archivo de autocad y esas hojas A4 sobre la mesa que tenían en colores dibujados esos pequeños gestos que harían que “ese” edificio sea diferente a otro. Después levantabas la mirada y observabas que a tu alrededor ellos estaban haciendo exactamente lo mismo que vos, pero sabiendo que el fruto de sus pensamientos, no sería el mismo que el tuyo y disfrutando ese preciso momento porque con el correr de las horas llegaríamos a un producto rico en diferentes puntos de vista. Era un proceso de tratar de ver lo que no se ve, y enriquecerlo con miradas desde otra perspectiva.
Es curioso darse cuenta de que los momentos en los que más despacio viviste, fueron aquellos en los que creías que todo debía ser más veloz. Y más curioso es, pensar que inconscientemente, me creé un espacio para permitirme al menos unos minutos al día, detener el reloj de esa rutina, sentarme a pensar acerca de que escribir… y vivir despacio.

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